La reología de una pintura puede entenderse como su capacidad de deformarse y fluir, bajo la acción de fuerzas externas en diferentes etapas: desde su proceso de elaboración hasta su aplicación final. Esta propiedad depende principalmente del tipo de celulosa usada y la química del aditivo reológico escogido.
Los éteres de celulosa son muy eficientes en desarrollo de viscosidad Brookfield y Stormer, y presentan buen desempeño frente al salpique (en el caso de los éteres de celulosa asociativos); sin embargo, en cuanto a control de flujo y nivelación, su desempeño no es de destacar: El control de estas propiedades se logra en mejor medida a través de modificadores reológicos tipo acrílicos (ASE y HASE) y no iónicos (uretánicos HEUR).
Estos agentes de reología son polímeros solubles en agua con una porción hidrofóbica, que tiene la habilidad de absorberse sobre los polímeros ligantes, controlando de esta manera la viscosidad de la pintura a diferentes rangos de cizalla y modificando su comportamiento durante la aplicación, en lo relacionado a sus características de salpique, chorreo y nivelación.
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